No somos ricos, mi Señor,... solo somos tontos,...En este país nuestro, ya no cabe ni un tonto más.Mientras tanto veo, cerca de mi trabajo, como se llena cada día el comedor que, por caridad, tienen montado las monjitas del Salvador.En fin,... viene de largo,... que ya lo decía Don Francisco,..."Miré los muros de la patria mía,si un tiempo fuertes, ya desmoronados,de la carrera de la edad cansados,por quien caduca ya su valentía.Salime al campo, ví que el sol bebíalos arroyos del hielo desatados,y del monte quejosos los ganados,que con sombras hurtó su luz al díaEntré en mi casa, ví que amancilladade anciana habitación era despojos;mi báculo más corvo y menos fuerte.Vencida de la edad sentí mi espaday no hallé cosa en que poner los ojosque no fuese recuerdo de la muerte."
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No somos ricos, mi Señor,... solo somos tontos,...
En este país nuestro, ya no cabe ni un tonto más.
Mientras tanto veo, cerca de mi trabajo, como se llena cada día el comedor que, por caridad, tienen montado las monjitas del Salvador.
En fin,... viene de largo,... que ya lo decía Don Francisco,...
"Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salime al campo, ví que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día
Entré en mi casa, ví que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte."
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