sábado, 1 de mayo de 2010

Un 'hasta luego'... (A mis hermanos Enrique y Javier).     
                                               - A Enrique –

    Un hachazo invisible, un zarpazo inapelable, un poder furioso y devastador, un misterioso rayo fulminante, han acabado con tu vida, Enrique… Y te nos has ido: pronto, como los elegidos; por la puerta grande, como los triunfadores.


    Tenías ante ti un horizonte diáfano, un futuro esplendoroso… Se te veía radiante, feliz, en tu casi recién estrenado -¡y tan pronto cercenado!- puesto de director
 del Hospital Naval, de tu hospital… Estabas, como en sazón, en tu plenitud, en la cúspide; en tu etapa de máximas ilusiones, de mas ambiciosos proyectos y de mas conseguidos y consolidados logros; en tu época de mas espléndidas realidades, en el cenit de tu carrera, de tu profesión y de tu vida… Tal vez, podía presumirse que, era justo ese día –precisamente, sí, ese día en el que nos has dejado- cuando empezabas a recoger ya tus frutos, tu temprana cosecha…, cuando comenzabas a llenar, jubiloso, regocijado, tus alforjas…; tal vez, por muchas circunstancias y coincidencias, iba a ser ese, podía haber sido ese, uno de los más felices días de tu vida… Y de repente, sin pensártelo dos veces, ¡te nos has ido de este mundo para siempre!

    Tus queridísimas hijas e hijos y tu esposa fiel –a todos los cuales supiste hacer generosa donación de tu enorme cariño y de tu ternura-, tu familia…; tu profesión de médico (en la Armada y fuera de ella), que ejerciste con sabiduría, con sacrificio, con admirable y ejemplar sentido del deber y de la deontología…; y esa tu ‘semana’ (la ‘Semana Internacional del Cine Naval y del Mar’), en donde tan leales amigos encontraste y tantas satisfacciones alcanzaste… Estos, han sido tus tres amores; tus tres vocaciones; tus tres querencias; los tres pilares sobre los que has asentado tu vida… Y en cada uno de ellos, en cada una de tus ‘facetas’, eras siempre un ganador nato, un número uno…

    Por el contrario, aquella tierna Belencita que trágicamente perdiste, fue tu lacerante dolor; tu herida permanentemente abierta; tu recuerdo constante; tu angustiado y nunca acallado lamento; tu calvario. Pero, supiste sobreponerte y reemprender a tiempo tu camino, sabiamente confiado en el aliento de los tuyos y, sobre todo, en la ayuda y en la bondad de Dios misericordioso.

    Ya no está, Enrique, tu cuerpo con nosotros… Tu pérdida es para mí una pavorosa conmoción; y tu ausencia, ¡un terrible vacío en mi alma!... Te has ido; pero, sí permanecen con nosotros tu obra, tu imborrable recuerdo, tu ejemplo, tu espíritu, tu esencia… Ahora, Enrique ‘el navegante’, caballero de ‘Hannón’, cartagenero ilustre, navegas confiado por otros mares, en donde no hay corrientes traicioneras; por otros mares, que no son procelosos como los de este mundo… No temas ya nada, amigo… Ahora, podrás ver la luz más pura, y sentirás el aire más límpido; la mar será más llana, la brisa más fresca y reconfortante, y más intenso el azul del cielo… Ahora, al fin, has llegado a buen puerto, hermano… Y ya, nada más llegar a tu nueva morada, ¡seguro que estás organizando otra ‘semana’ allá en el Cielo!...

    Sí, porque yo sé, estoy convencido, de que el Señor de la Paz, te habrá concedido el Reino de la Paz eterna… Y allí, habrás encontrado, dichosamente, a nuestra adorada ‘mamíca’; y al inolvidable papá, ‘el gran Pérez-Cuadrado’; y a tu pequeña e idolatrada Belencita… Ellos, ¡seguro!, habrán salido gozosos a tu encuentro, a recibirte, ¿a que sí?...

    Aunque he de aceptarlo, mi alma y todo mi ser se rebelan a cada instante ante el hecho irreversible de tu muerte, hermano… Ante esa decisión del Altísimo, que nosotros –insignificantes seres mortales- no estamos, en absoluto, capacitados para comprender. Pero esta separación de ahora, no es en modo alguno –tu bien lo sabes, Enrique- un definitivo adiós, sino tan solo, simplemente, un 'hasta luego'. Y algún día, ¿verdad?, volveremos a encontrarnos todos allí, junto a Él, en ese maravilloso Reino de la Luz y de la Paz…, y seremos entonces, ya para siempre, auténticamente felices; ¡este es nuestro consuelo, nuestra esperanza y nuestro último anhelo!

    Y mientras, cada mañana, Enrique, al alba, cuando yo traspase el umbral de tu –de nuestro- querido Hospital Naval del Mediterráneo, de ese hospital que ha sabido de tu entusiasmado quehacer por el, de ese hospital que te ha visto morir, una sencilla y sentida oración brotará de mis labios y se elevará mansamente hasta el cielo, hasta Él, hasta ti…; cada mañana, me fundiré contigo en un fuerte, entrañable, emocionado, apretujado abrazo…; y cada mañana, yo diré muy despacio, muy ‘a bonico’: ’Enrique Pérez-Cuadrado de Guzmán, ¡presente!’ .

    Hermano del alma, compañero, queridísimo amigo, Enrique ‘el navegante’…, siempre a tus órdenes, gracias por lo que de ti aprendí, y… ¡hasta siempre!

                                                          Escrito por Rafael Ild. Pérez-Cuadrado de Guzmán.

    En la foto del comienzo, Javier (mi hermano mayor, Coronel Médico), en el acto de entrega de la Dirección del 'Hospital Naval del Mediterráneo', a Enrique (mi hermano 2º, también Coronel Médico). Año 1985.

    Nota.- Mi hermano Enrique, el 3º de la saga (fuimos mi padre, sus 4 hijos y 2 nietos, médicos de la Armada Española), era Pediatra; y falleció a la edad de 56 años, siendo Director del 'Hospital Naval del Mediterráneo', de Cartagena, y Presidente de la ‘Semana Internacional de Cine Naval y del Mar’ (En la foto adjunta, mi padre -cirujano y traumatólogo-con sus 4 hijos; de izquierda a derecha: Javier (traumatólogo y cirujano), Enrique (pediatra), Rafael (anestesista) y José Luis (ginecólogo), allá por el año 1976).

    Esta ‘carta’ de despedida, fue publicada integramente –en su momento, 9 de Febrero de 1986; a las 48 horas de su fallecimiento- en ‘La Verdad’, el periódico más antiguo y prestigioso y de más tirada de Cartagena (España).
                                                                                        

    Y aprovecho esta 'entrada', para publicar también lo que escribí a la muerte de mi hermano Javier  (Hoy, M08.02.2011 - Ayer, día 7, se cumplieron ya 25 años de la muerte de Enrique).


                                                                                                                   - A Javier –

    El Señor Dios, llevado de su infinita misericordia y de su amor hacia ti, Javier, te ha llamado de éste mundo a su presencia. Y así, de una vez, has podido decir adiós a tu sufrimiento y a tu dolor.
    Durante un larguísimo tiempo – que a todos los que te queremos, nos ha parecido ¡casi eterno!-, has estado postrado en cama sufriendo los ‘mordiscos’ de ésa cruel enfermedad. Pero a medida que tu cuerpo, lenta pero inexorablemente, iba siendo deformado, torturado y aniquilado, así también, pero ésta en ‘progresión geométrica’, tu alma, Javier, se iba engrandeciendo, ensanchando, ¡enriqueciendo!
 Y al final, la enfermedad, ha podido con tu ya frágil, exhausto y vulnerable cuerpo… Pero tú, Javier, nos has ido dando a todos, también día a día, una magistral lección de hombría, de entereza, de valor y de fé en Dios…, ¡que jamás olvidaremos! ¡Y ésta ha sido tu singular victoria! ¡Y tu más claro testimonio!
Y así, con ésa fuerza interior y con ésa grandeza de espíritu tan tuyas, sin perder jamás tu fe, ni tu inquebrantable ánimo, ni tu serenidad, ni tu fino sentido del humor…, has ido librando, dia a dia, contra ésos indecibles sufrimientos –que solo Él y tú conoceis-, una encarnizada, durísima y tenaz batalla, a pesar de que tú -como buen médico que eras- sabías que apenas tenías 'chance' ni posible 'escapatoria' ...    
    Te nos vás de éste mundo, Javier, con todos los ‘deberes’ hechos -¡y qué bien hechos!-; con todas las misiones cumplidas; y con la inmensa satisfacción –entre otras muchas- de haber podido constatar, una vez más, ¡la maravilla de familia que tienes! Todos éllos, tu mujer Cari, hijas e hijos, nueras, yernos, e incluso nietos, se han volcado contigo en atenciones, en cuidados, en mimos…, ¡en darte todo su amor!

 
    De todos éllos en primerísimo lugar, y también de tus hermanas y hermanos, cuñadas/os, primos, sobrinos…, sé que te llevas al ‘más allá’, hermano, ¡un formidable recuerdo! También, de ése sacerdote al que confiabas tus ‘penas’ (¡y tus chistes!)…; de ésos doctores, que han hecho lo imposible por sacarte adelante…; de ésos cuidadores, que tanto te han ayudado…¡Nuestro eterno agradecimiento para ellos!


    Has ejercido tu carrera, con enorme vocación, con absoluta entrega, con un impecable sentido de la deontología… Una vida -de médico, de padre de familia, de amigo…-, en la que has hecho donación siempre de tu enorme generosidad, de tu inmenso cariño hacia todos –pequeños o grandes, humildes o poderosos-, y… de todo lo que de bueno llevabas dentro, que era ¡un impresionante, vasto y rico caudal!
    Y así, dejas aquí, ¡cantidad de amigos! (entre ellos, los de vuestro ‘dream team’ de tenis)…; cantidad de personas agradecidas… Cantidad de gente que ¡te quiere! Dejas, Javier, ¡un recuerdo imborrable!

    Y es que, como decía nuestro querido sacerdote en tu misa de ‘córpore insepulto’ -¡qué bonito y emocionante fue todo aquello!-, tú, Javier, sí has conocido ya aquí en la Tierra, al Buen Pastor, a ése que llevándote suavemente de la mano, te ha conducido ahora ‘hacia verdes praderas…, hacia fuentes tranquilas…’. Tú, Javier, desde siempre -¡te conozco tan bien y desde hace tantos años!-, has querido ser amigo del Señor, y has querido seguir su ejemplo…, y caminar junto a Él y serle siempre fiel… Y ahora, en justísimo premio a todo ello y a una vida ejemplar, Él te tiene en su Gloria, ¡ya para siempre!… En ese Cielo, que tú te has ganado ‘con holgura’, y casi con heroísmo; en ése Cielo, en donde no hay ya sufrimientos, ni tristezas, ni dolores… En ése Reino de la Luz y de la Paz ¡¡Dichoso tú, Javier!!

    (Muy poquitas horas después de que nos dejaras, Javier, una preciosísima criatura, Virginia, una nueva nietecita tuya, llega a éste mundo. Ya sabes: unos se van…, otros vienen. Es ley de vida).
     ¡Hasta siempre, mi muy queridísimo hermano del alma! ¡Jamás te olvidaré! Tú, ¡sigues con nosotros!

                  Escrito por Rafael Ild. Pérez-Cuadrado de Guzmán.

        En la fotografía de más arriba, el 'Hospital Naval del Mediterráneo', de la Armada española.       Estas sentidas y preciosas frases, grabadas en una placa de acero inoxidable, fueron escritas por Javier en recuerdo y homenaje de nuestro hermano Enrique, que había fallecido poco antes. Y figuran, sobre un bloque de granito y junto al árbol que Enrique había plantado, en los jardines del 'Hospital Naval del Mediterráneo' -en la imagen de la derecha- (Cartagena, España).  Como todo está muy deteriorado, transcribimos el contenido más abajo.    ----

    'Este árbol fué plantado en la Navidad de 1985 por D. Enrique Pérez-Cuadrado de Guzmán, Coronel Médico Director del Hospital, con la ilusión de que fuese creciendo hacia lo alto, en silencioso ofrecimiento de nuestros dolores y humilde súplica de consuelo y esperanza.
    Hágase cielo tras hundir sus raíces en tierra. Sea su sombra signo de la sombra del Señor. Amén'.
    ----
    ¡Qué maravilla de hermanos he tenido... ¡y tengo!



  Lápida de mi hermano Enrique, ubicada en la zona reservada por la Armada Española para sus 'Marinos ilustres'. Cementerio 'Nuestra Señora de los Remedios', de Cartagena (España).
    Hoy, V02.Nov.2012

 





10 comentarios:

Güisy Pérez-Cuadrado Señoráns dijo...

Creo que después de tus Palabras ...no quedan más para explicar el vacío de su ausencia.
Los hermanos son nuestros seres en clonación, con aspectos físicos semejantes, con la misma carne y la misma sangre, y ..la misma educación y valores.
´
Cada día sale el Sol, aquí y Allí, seguro.
Te quiero papá.
Güisy

My dijo...

Te regalo estas lágrimas.
Más allá de que las palabras se atragantan con un nudo en mi garganta, más allá de que me entristece no recordarle como tú, no haberle vivido como tú.. quiero que sepas, que siempre seas consciente, de que tu dolor es mi dolor, y tu pérdida, mi pérdida.

Casi he podido esbozar los pequeños recuerdos que tengo de él.. yo era pequeña.. pero recuerdo su cara, y recuerdo cómo tú le querías.. de esa manera tan bonita, con esta entrega que no tiene límites.. como nos quieres a los que somos tu familia de verdad.

Te quiero papá.

Sigues siendo el mejor, ahora y siempre.

© José A. Socorro-Noray dijo...

Profundamente emotivo. Sin lugar a dudas se nota que continúa presente.



Un cordial saludo

Pablo Fraile dijo...

Como se le echa de menos, como se les echan de menos.
Abo, Abachita, Javier y Enrique.
No había leido yo esta nota que publicaste, y para ser sincero escribo estas letras entre lagrimas de recuerdo.... siempre en nuestros corazones.

Salu2
Pablo Fraile Pérez-Cuadrado

Unknown dijo...

CUMPLI MI SERVICIO MILITAR EN EL HOSPITAL NAVAL DEL MEDITERRANEO DESDE ABRIL DEL 1985 A ABRIL DEL 1986 ESTANDO A LAS ORDENES DE SU HERMANO (UNA GRANDISIMA PERSONA ,JUSTO COMO POCOS)VIVI SU MUERTE Y FORME DURANTE LA NOCHE COMO CABO DE LA GUARDIA DE HONOR DE SU FERETRO EN EL MISMO HOSPITAL .EL MEJOR MILITAR QUE CONOCI EN MIS 15 MESES EN EL SERVICIO MILITAR .UN SALUDO

joaqui dijo...

Que bonito. Yo tambien perdi a mi padre en el hospital naval hace ahora cinco años y me siento super indentificada con tus palabras. Que grande eres Rafael.

Anónimo dijo...

Un recuerdo a una gran persona a la cual conoci haciendo el servicio nilitar a su lado mas que a sus ordenes .
fue mas persona que militar
salvador paños

Anónimo dijo...

6132Un recuerdo a una gran persona a la cual conoci haciendo el servicio nilitar a su lado mas que a sus ordenes .
fue mas persona que militar
salvador paños

Unknown dijo...

Ahora nos faltas tu, mi querido tío Rafa, otro grande que se nos va, junto a Abo, Abachita, Javier, Enrique. Solo esoero que un día alguien nos recuerde de la misma forma.
Gracias por vuestro cariño y ejemplo.
Gerardo Fraile Pérez-Cuadrado

Anónimo dijo...

Ahora te has reunido con ellos, tus padres y hermanos, a los q tanto querias y admirabas.
Ahora te nos has ido físicamente, pero al igual q ellos, tu sigues presente en nuestros corazones.
Tío Rafael,siempre has sido un ejemplo de respeto, amor y cariño a los demás. Te hacías querer.....
Hasta q nos volvamos a ver...
Tata Fraile