No existe un amor más desinteresado, más estable y armonioso, más heroico, más puro y más auténtico, que el de una madre hacia su hijo. Decir madre, equivale a evocar la comprensión, la dulzura, la ternura, la entrega más desinteresada y apasionada, el sacrificio constante y generoso… ¡el amor!
¡Cuánta ilusión con ese hijo, carne de su carne, que comparte intimamente durante meses y al que inundará de besos y caricias con los primeros rayos de sol! ¡Cuántos desvelos y cuántos sufrimientos en esas interminables y crispadas noches ‘a pié de cuna’, cuando aquella frágil criatura soporta una fiebre de órdago o se debate angustiado entre toses y vómitos!... Pero esos ojos, tal vez cansados de la madre, esa vigilia interminable, esa angustia superada, esconden siempre unos bríos renovados, una insospechada e increíble fortaleza, una fe inquebrantable, una tremenda ilusión, una constancia y un afán de superación que son ¡un milagro!
Ella, la madre, es ese candil permanentemente encendido, siempre alumbrando en la obscuridad…; es, ese suave bálsamo no superado; esa puerta siempre abierta; esa desinteresada ayuda que siempre necesitamos; ese segurísimo refugio; esa perenne ilusión, esa fuente de verdad y de sabiduría, experiencia acuñada durante muchos ratos de soledad y de tensión, durante muchas noches de insomnio y de cansancio… La madre, ¡esa gloriosa mujer que nos da cada instante del día y de cada día, todo su afán, su entrega, su inmenso e infinito cariño, su grandioso amor!
Ella, la madre, es la íntima y fiel colaboradora en esa impresionante obra de la concepción y del nacimiento de una nueva vida… Ella, está así mas cerca que nadie del Creador… Esa incipiente vida que late en su seno, es la asombrosa obra de Dios; pero, es también la jubilosa obra de cada madre. Y esa íntima unión durante nueve gozosos meses, madre-bebé bebé-madre, es algo singular, único, perfecto, ¡maravilloso! Algo que, por supuesto, solo Él pudo imaginar y crear.
(Desde aquí, nuestro no más firme, más enérgico, más rotundo y categórico, a la vileza que supone el aborto, verdadero asesinato de seres absolutamente inocentes y absolutamente indefensos. Y un añadido: por si alguien no lo sabe: decir que está comprobado por la ciencia, que esas madres (¿) que en su ignorancia, su cicatería o su comodidad deciden abortar, quedan en un altísimo tanto por ciento perturbadas psíquicamente, y tal vez con carácter irreversible y definitivo).
Como final, ¡un sí a la vida!, a esa maravillosa obra del Creador que son los hijos. Y un sí, con nuestro cariño, nuestro agradecimiento, nuestro más profundo respeto y nuestra admiración, a esas madres que nos han dado todo su amor y que nos han dedicado sus vidas, sin esperar quizás ninguna ‘recompensa’, sin esperar nada a cambio... Tan solo, nuestro recíproco cariño, nuestra gratitud, nuestra admiración y nuestro respeto. Y todo ello, de ninguna manera debe ni puede faltarles a ellas, ¡ni un solo instante de nuestras vidas! Por las madres, por ellas, por lo decisivamente importantes que son y por lo que representan, ¡un sí al amor!
(En la imagen, 'Güisy', mi hija mayor, con David, su primer hijo).
(En la imagen, 'Güisy', mi hija mayor, con David, su primer hijo).
Escrito por Raffaello
Agosto 2009
2 comentarios:
"ese suave bálsamo no superado,..."
qué bonito papá, cuántisima dulzura se arrulla en tus palabras.. reflejo inevitable de lo que eres tú.
madre o padre.
soy sangre de vuestra sangre.
los dos estuvisteis a pie de cuna, sufriendo de la misma manera, dandome el mismo cariño y seguís haciéndolo de la misma manera los dos.
Os adoro con todo mi corazón!
Ser madre, y padre, es tener la magnifica suerte de saber lo que es amar sin limites, entregarte sin hora a sus necesidades, ...no tener tiempo para darte cuenta de ti misma.
Ser madre, y padre, es ...seguir viviendo en mis hijos, tener "más vida" de ellos filtrándose por los poros de mi piel.
No estar sola. Ser un todo.
Coger a tus hijos cuando acaban de ver la luz, es ...una sensación explosiva y colmada de emociones que no se pueden explicar para que nadie las entienda. Hay que ser madre o padre para saberlo.
"Tengo 3 almitas a las que cobijo y que me cobijan. "
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