La otra orilla.- /
Estaba
pasando yo -debido a un cúmulo de adversidades-, una etapa de inquietudes, de
zozobras, de incertidumbres, de temores… Y me sentía como… atenazado (’Yo sueño
que estoy aquí, destas prisiones cargado…’). Y me rebelaba continuamente.
Sentía que…,¡me faltaba algo extraordinariamente importante, definitivo!...Y
sabía por ello, que debía aspirar a mucho más, respondiendo con generosidad y
con hechos a esos ‘talentos’ que me habían sido dados…
Con frecuencia, recordaba aquella frase
que tanto me había hecho reflexionar: ‘no vueles como un ave de corral, ¡cuando
puedes subir como las águilas!…’ . Y una voz, dentro de mí, me repetía con
firmeza, con insistencia: aparta de ti tus dudas, tus dilemas, tus temores…,
porque todos ellos son –decía el poeta- ‘como tenazas de alacranes ponzoñosos’;
que te intimidan, que te hieren y te laceran, que te anulan… Era la misma voz armoniosa, dulce y clara,
que me animaba a luchar, a liberarme de ‘mis fantasmas’, ¡a avanzar! ¡a ganar
la batalla! ¡a dejar mi vida en las manos de Dios! (‘¿Por qué, Señor,
habiéndote ofendido y habiendo de tus dones abusado, con ansiosa impaciencia me
has buscado, hasta hallarme y volverme arrepentido…?’). Y decidí, ir en busca de aquello que llenara de
‘contenido’, de ilusión y de verdad mi existencia, mi espíritu, mi alma…
-
Y
un sereno atardecer, me dirigí a la playa… Y arbolé mi pequeña embarcación
Llevaba apenas provisiones, y escasísimos pertrechos; pero, llevaba ¡tanta
ilusión!... Y empujé mi barca con
fuerza, con decisión… Y me hice a la mar ¡Necesitaba hacer ese ‘viaje’!
Necesitaba… ¡ir al encuentro de mi Señor!
Pero, subitamente, comenzaron a surgir
serias complicaciones:
soplaba un viento que se hacía huracanado por momentos; el cielo se cubría de negros nubarrones, que ocultaban las otrora rutilantes estrellas; los incesantes relámpagos, truenos y rayos, daban un aspecto tétrico a aquel escenario…; la mar se encrespaba más y más, y las ‘fauces’ de las enormes olas, amenazaba con engullirnos a mí y a mi velero… ¡Estábamos librando una auténtica batalla contra los elementos!… Pero yo, ¡no podía echarme atrás! ¡tenía que alcanzar mi objetivo, mi sueño! Si el huracán era fortísimo…, ¡yo sería aún más fuerte que él! Y al fin, después de aquella desigual, tenaz y denodada lucha, arribé a… ‘la otra orilla’. Maltrecho, empapado, dolorido y extenuado; pero, eso sí, ¡animoso y feliz! ¡dichoso por haber llegado! Y una vez hube varado mi barquito, me apresuré a montar mi pequeña tienda de campaña; y encendí mi candil…; y me dispuse a descansar, a dormir. -------
soplaba un viento que se hacía huracanado por momentos; el cielo se cubría de negros nubarrones, que ocultaban las otrora rutilantes estrellas; los incesantes relámpagos, truenos y rayos, daban un aspecto tétrico a aquel escenario…; la mar se encrespaba más y más, y las ‘fauces’ de las enormes olas, amenazaba con engullirnos a mí y a mi velero… ¡Estábamos librando una auténtica batalla contra los elementos!… Pero yo, ¡no podía echarme atrás! ¡tenía que alcanzar mi objetivo, mi sueño! Si el huracán era fortísimo…, ¡yo sería aún más fuerte que él! Y al fin, después de aquella desigual, tenaz y denodada lucha, arribé a… ‘la otra orilla’. Maltrecho, empapado, dolorido y extenuado; pero, eso sí, ¡animoso y feliz! ¡dichoso por haber llegado! Y una vez hube varado mi barquito, me apresuré a montar mi pequeña tienda de campaña; y encendí mi candil…; y me dispuse a descansar, a dormir. -------
-
Oí como un lejano rumor de voces que iban acercándose, un murmullo que iba ‘in crescendo’… Y, aún casi agotado y entumecido, desperté y me levanté. La suave y cálida luz del recién estrenado día, entraba por entre las rendijas de mi tienda… Abrí la toldilla; el día era ahora sereno, hermosísimo…. El astro rey, apenas ‘asomando’ por el horizonte, majestuoso en su belleza, jugueteaba con las pequeñas olas que, al romper mansamente en la orilla de la dorada playa, estallaban en mil destellos; numerosas pequeñas aves, con sus bulliciosos y alegres trinos, revoloteaban sobre el sereno mar; el cielo se ‘teñía’ de un precioso azul, intenso y transparente…; y el aire era fresco y limpio, con ‘sabor’ a algas y a yodo…
Oí como un lejano rumor de voces que iban acercándose, un murmullo que iba ‘in crescendo’… Y, aún casi agotado y entumecido, desperté y me levanté. La suave y cálida luz del recién estrenado día, entraba por entre las rendijas de mi tienda… Abrí la toldilla; el día era ahora sereno, hermosísimo…. El astro rey, apenas ‘asomando’ por el horizonte, majestuoso en su belleza, jugueteaba con las pequeñas olas que, al romper mansamente en la orilla de la dorada playa, estallaban en mil destellos; numerosas pequeñas aves, con sus bulliciosos y alegres trinos, revoloteaban sobre el sereno mar; el cielo se ‘teñía’ de un precioso azul, intenso y transparente…; y el aire era fresco y limpio, con ‘sabor’ a algas y a yodo…
- Y entonces observé, sorprendido, cómo un numeroso grupo de personas se agrupaban
en torno a mí… Todas me daban la bienvenida; todas, me sonreían, y me
abrazaban… Y todas, con gran sencillez y naturalidad, me hablaban de sus
‘vivencias’: de la amistad y de la alegría; del compromiso y de la lealtad; de
la generosidad en la entrega; de la maravilla de la gracia; del valor de lo
eterno, de Dios… Y descubrí entonces , comprendí, -¡qué sublime sensación!-, que
en realidad, ¡era Él, el Señor!, quien me hablaba; sí, a través de todas esas
personas…, a través de sus gestos, de sus palabras, de sus sonrisas, de sus
miradas…
- Muy pronto, yo era ya uno más entre ellos.
Y resultó extremadamente fácil. Sí,
porque aquí, en esta ‘orilla’, no hay rencores, ni enfrentamientos…; y,
por el contrario, hay fraternidad; y hay alegría, ilusión, optimismo, enormes
‘dosis’ de fe…; hay sincera humildad (‘quien vive en divorcio total de las
vanidades, siente ¡que le nacen alas!’), hay paz y amor… Aquí, todos somos
hermanos; y ninguno es más ‘importante’ que los otros… Aquí, todo es nuevo y
sencillo, y extraordinariamente bonito… Todo lo hacemos por Él; y todo lo
referimos y lo ofrecemos a Él… Y entre nosotros, ¡siempre el Señor está
presente! (Y es que: ‘Cuando dos o más se reúnen en Mi nombre, Yo estoy siempre
en medio de ellos!’).
-
Ahora, de nuevo mi mujer y mis hijas conmigo (¡qué preciosa, por
cierto, aquella definición
de esposa!: ‘una escalerilla de luz que conduce
hasta el Cielo’); ahora, que me sentía por fin enamorado de la vida y ¡libre!... Si, tal vez ahora, con la ayuda del Señor…, ¡podría volar tan alto tan alto como las águilas!
hasta el Cielo’); ahora, que me sentía por fin enamorado de la vida y ¡libre!... Si, tal vez ahora, con la ayuda del Señor…, ¡podría volar tan alto tan alto como las águilas!
-
- Aquí, he ahuyentado y olvidado mis temores,
mis ansiedades, mis ‘heridas’…; y he encontrado la paz y la felicidad que
soñaba. Aquí -¡eso sobre todo!-, sé que puedo ayudar, ser útil a los demás… Es
como… ¡vivir, ‘en otra dimensión’! Él me ha transformado, y me siento ¡como si
fuese otra persona! (‘Toma mi vida, Señor…, ¡hazla de nuevo!’). Y junto con mi
familia, entre estas sencillas gentes, entre estos hermanos, aquí, tan cerca
de mi Señor…, ¡me quedo para siempre!
Sí, porque ‘solo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna’.
- Aquí he varado para siempre mi barca y he
asentado mi vida … Sí, aquí…, ¡en ‘la otra orilla’! ‘Y caminaré en la presencia
del Señor’ ‘Y toda mi vida será alegría y júbilo’. Y será mi lema, aquella
preciosa frase de la Biblia :
‘no debas nada a nadie, más que amor’.
Rafael
Ild. Pérez-Cuadrado de Guzmán
Coronel
Médico de la Armada
No hay comentarios:
Publicar un comentario