martes, 3 de marzo de 2015


El mimetismo humano.- /

Es pasmosa e increíble, la capacidad de mimetismo o de ‘copiarnos los unos de los otros’, de la que hacemos gala los humanos. Parece que nos sentimos como más protegidos, como más seguros, estando ‘en el grupo’, siendo todos iguales, haciendo las mismas cosas, hablando de la misma forma, gesticulando de manera semejante… Parece que, el ser individualistas, el ser originales, el actuar de manera diferente a como lo hacen la mayoría…, como que nos debilita, que nos asusta, que nos hace más vulnerables…
    Hace ya muchos años, con aquella famosa película titulada ‘Grease’, protagonizada –creo recordar- por John Travolta Y Olivia Newton-John, es cuando tomé conciencia de este singular hecho. El guapo galán de la película, aparecía muchas veces con calcetines blancos; y este simple hecho suscitó, sobre todo en la juventud masculina pero igualmente en personas de más edad, este fenómeno del mimetismo: para emular a aquel héroe, ¡todos se decidieron a llevar calcetines blancos! Yo recuerdo perfectamente este hecho, porque en aquella época, por mi profesión, tenía que salir con frecuencia de mi casa de noche o de madrugada y, en la carretera y en la oscuridad de la noche, los faros de mi coche despertaban con frecuencia mi atención, porque alumbraban  algo blanco, muy blanco: eran los calcetines de alguna persona que caminaba por el arcén de la carretera.
    Mucho más posterior a todo esto, es la generalizada costumbre de llevar las gafas de sol sobre el cabello de la cabeza. He visto a muchas personas –sobre todo chicas, pero también chicos- con un sol radiante, ir como ‘hacia’ ese sol, con los ojos medio cerrados porque el astro rey les cegaba y con unas modernas y estupendísimas gafas de sol, pero… colocadas sobre su cabeza, de adorno. Y no es infrecuente observar cómo, p.e., en un estudio cerrado de televisión –y sin sol, por supuesto- hay chicas o presentadoras, que se ‘arreglan’ con esmero para aparecer en escena y… lo hacen con las gafas de sol ya sobre su cabeza, a modo de diadema. Y en verano, ya es ¡de vértigo!: personas paseando por la playa bajo un sol que casi quema y que deslumbra, pero eso sí, las gafas en el pelo y los ojos medio cerrados para poder aguantar la tremenda luminosidad.
    Desde hace un tiempo, se ha puesto de moda hablar en presente. Creo recordar, que comenzó esta originalidad, con una locutora o una presentadora de TV. Y la ‘novedad’, pareció gustar a la ciudadanía –como se dice ahora-, y se generalizó y se extendió cual ‘tsunami’ por doquier. Hoy ya, todos se sienten ‘actualizados’ y muy ‘modernos’, hablando en presente; y va siendo muy infrecuente, escuchar a alguien que hable…, como antes (‘En el año 1999, me atropelló un turismo y quedé tendido en la calzada; pero de inmediato, me atendió un peatón…’. Pero eso, claro, era antes. Ahora, el ciudadano o la ciudadana de turno dirá: ‘en el año 1999, me atropella un turismo y quedo tendido en la calzada; pero, de inmediato me atiende un peatón…’) ¡Es la moda señoras y señores! Y es una pena porque, entre otras cosas, vamos empobreciendo la riquísima, variada y preciosa Lengua Española. Como ocurre, sin ir más lejos, con los famosos mensajes SMS entre ‘móviles’,  o con los ‘wahts-app’s’ que por abreviar, por hacerlo todo más rápido, los o las usuarias destrozan literalmente el castellano. En las cada vez más frecuentes tertulias de las cadenas de televisión, en las que se puede intervenir enviando mensajes SMS o e-mail’s, se sonroja uno al ver en la pantalla auténticas barbaridades: ‘Me izieron una voina en Vitoria’, o ‘a aqueyos axesinos, deberían aorcarlos’, p.e. ¿Qué les parece?
    Igualmente se puso de moda hace unos veranos, el ir cogidos de la mano. Y así podíamos ver, paseando por la playa, a matrimonios que se llevaban fatal y que apenas se dirigían la palabra en su casa –conocíamos casos concretos-, ir amorosamente cogiditos de la mano. Y es que, ¡era la moda! (Y que conste, que es precioso y encantador –o a mí así me lo parece-, el que dos personas que se quieren, hombre y mujer, o ‘pareja’, sean novios o casados, vayan cogidos de la mano ¡Naturalmente que sí!).
    Y ya más reciente, es el acuerdo -¿en base a qué?..., ¿o es tal vez casualidad?-  al que se ha llegado internacionalmente, de añadir a un palacio de deportes, a un coliseo o a un campo de fútbol, la palabra ‘arena’. Y así, se habla del Copenhagen Arena, del Moscú Arena, del Madrid Arena, del Manchester Arena, del Doha Arena, del Massachuset Arena, etc. En verdad, algo ¡muy muy original! ¡Arena por doquier! ¿Será por parecernos a los árabes en eso de la cantidad de arena? Hace bien poco, se ha celebrado en las Islas Canarias, la Copa del Rey de Baloncesto –por cierto: ganada brillantemente por el Real Madrid-; y ¿dónde dirán Vds. que se ha jugado la final?..., ¡en el ‘Gran Canaria Arena’ Eso: ¡que no falte arena! Y más: el 24 de Feb. de 2015, el Atlético de Madrid jugó –y perdió, por cierto- contra el Bayern Leverkusen (equipo de futbol de esa industrial ciudad alemana), y jugó en el estadio denominado…, ¡‘Bay Arena’! (En la 1ª fotografía).
 Y si nos fijamos en el lenguaje de los políticos o de los economistas o banqueros, ya la cosa ¡es de risa! Y así, se habla de ‘la desaceleración de la economía’,  o del ‘crecimiento negativo’, etc. Pero, vamos a ver: ¿desde cuándo un niño ha ido creciendo y, sin embargo, cada vez es más bajito (que equivaldría a ese ‘crecimiento negativo’)?... Y hay además vocablos, ¡que encantan a la gente!, y que si no ‘van’ entre las palabras o frases de un discurso, de un coloquio, de un artículo en la prensa, etc., parece que ‘ningunean’ o minimizan a esa persona, que le quitan prestigio o categoría. Creo que fue el Presidente Zapatero –si, el de la ‘Alianza de civilizaciones’ (por cierto, ¿en qué quedó aquello, aquella iniciativa con Tayyip Erdogan, Presidente de Turquía?...), el que puso de moda la palabra ‘sostenible’; y a día de hoy, la ‘sostenibilidad’ y la ‘competitividad’, ya digo, no pueden faltar –aunque no vengan casi a cuento- en una conversación o discurso importante y serio, de alguien… también importante. Suenan bien, eso sí.
También, hay que constatar esa manera de ‘dejar caer’ los acentos –o la acentuación de las palabras-, y asi mismo las comas, allá donde buenamente ‘caigan’. Y así, hemos escuchado, p.e., en los telediarios de diversas cadenas, decir ‘decáda’, o ‘celíbes’, o ‘Alcórcon’, etc. Y luego, cualquier pequeña pausa, cualquier pequeña inflexión en la manera de hablar de, p.e., una locutora de cualquier cadena televisiva, es copiada de inmediato no solo por los demás o por las demás presentadores/as o locutores/as de esa cadena, sino ¡por todos los locutores o presentadores/as de todas las cadenas! Y es exactamente igual escuchar a un locutor o corresponsal que nos transmita una crónica desde Soria, a otro que hable desde Moscú, o a otro que hable desde Pekin o… ¡desde el Polo Norte! Todos han sufrido esa ‘enfermedad’ del mimetismo, y ¡hablan exactamente igual!: con la misma cadencia, acentuando todo a su antojo –a veces, ¡casi ni se les entiende lo que dicen! (si, aunque estén hablando en castellano)-, con las mismas inflexiones de voz… ¡Oh, el mimetismo humano! Por cierto que, hace unos meses, en un conocido supermercado de Cartagena, estando ya en la caja a punto de pagar lo que había comprado, sonó una frase por los altavoces con esa especial cadencia que digo; le pregunté a la Srta. el por qué de hablar así y me contestó que…, es que ¡les obligaban en ese supermercado a hablar de esa manera!
Y si hablamos de las transmisiones deportivas y de las frases de los locutores… En fútbol: ‘el banda’ (en lugar del linier o del juez de línea); ‘ensanchando el campo’ (cuando cargan el juego a los extremos); ‘ha centrado al palo corto’ (en lugar de decir al poste más cercano, ya que los dos ‘palos’ de la portería son exactamente igual de dimensiones, claro); ‘ha hecho una necesaria falta táctica’ (pero, ¿desde cuándo son necesarias y se miran con benevolencia las faltas, el dar una patada a otro jugador para desequilíbralo e interrumpir su internada?); o ‘están jugando a tope, con mucha profesionalidad’ (¡caramba, es que para eso les pagan! ¡y muy bien, por cierto), etc. Y todos los comentaristas, emplean los mismos términos, esos sí.
En fin que, si hay personas que se sienten felices pareciéndose a ‘clones’ o imitando a otras, pues ¡adelante! ¡fantástico! Cada cual, que haga lo que le parezca oportuno, ¡por supuesto!

Y estas líneas, estos comentarios, que conste, no han pretendido -¡de ninguna manera!- ser una crítica; sino, tan solo, han pretendido constatar unos curiosos hechos, unas observaciones. Con las cuales, espero y deseo, no haber molestado a nadie. Pero, si así hubiese sido, créanme que lo lamento de verdad; y muy sinceramente ¡pido disculpas!

                                        Rafael Ild. Pérez-Cuadrado de Guzmán

No hay comentarios: