El mimetismo humano.- /
Es
pasmosa e increíble, la capacidad de mimetismo o de ‘copiarnos los unos de los
otros’, de la que hacemos gala los humanos. Parece que nos sentimos como más
protegidos, como más seguros, estando ‘en el grupo’, siendo todos iguales,
haciendo las mismas cosas, hablando de la misma forma, gesticulando de manera
semejante… Parece que, el ser individualistas, el ser originales, el actuar de
manera diferente a como lo hacen la mayoría…, como que nos debilita, que nos
asusta, que nos hace más vulnerables…
Hace ya muchos años, con aquella famosa película
titulada ‘Grease’, protagonizada –creo recordar- por John Travolta Y Olivia
Newton-John, es cuando tomé conciencia de este singular hecho. El guapo galán
de la película, aparecía muchas veces con calcetines blancos; y este simple
hecho suscitó, sobre todo en la juventud masculina pero igualmente en personas
de más edad, este fenómeno del mimetismo: para emular a aquel héroe, ¡todos se
decidieron a llevar calcetines blancos! Yo recuerdo perfectamente este hecho,
porque en aquella época, por mi profesión, tenía que salir con frecuencia de mi
casa de noche o de madrugada y, en la carretera y en la oscuridad de la noche,
los faros de mi coche despertaban con frecuencia mi atención, porque alumbraban
algo blanco, muy blanco: eran los
calcetines de alguna persona que caminaba por el arcén de la carretera.
Mucho más posterior a todo esto, es la
generalizada costumbre de llevar las gafas de sol sobre el cabello de la
cabeza. He visto a muchas personas –sobre todo chicas, pero también chicos- con
un sol radiante, ir como ‘hacia’ ese sol, con los ojos medio cerrados porque el
astro rey les cegaba y con unas modernas y estupendísimas gafas de sol, pero…
colocadas sobre su cabeza, de adorno. Y no es infrecuente observar cómo, p.e.,
en un estudio cerrado de televisión –y sin sol, por supuesto- hay chicas o
presentadoras, que se ‘arreglan’ con esmero para aparecer en escena y… lo hacen
con las gafas de sol ya sobre su cabeza, a modo de diadema. Y en verano, ya es
¡de vértigo!: personas paseando por la playa bajo un sol que casi quema y que
deslumbra, pero eso sí, las gafas en el pelo y los ojos medio cerrados para poder
aguantar la tremenda luminosidad.
Desde hace un tiempo, se ha puesto de moda
hablar en presente. Creo recordar, que comenzó esta originalidad, con una
locutora o una presentadora de TV. Y la ‘novedad’, pareció gustar a la
ciudadanía –como se dice ahora-, y se generalizó y se extendió cual ‘tsunami’
por doquier. Hoy ya, todos se sienten ‘actualizados’ y muy ‘modernos’, hablando
en presente; y va siendo muy infrecuente, escuchar a alguien que hable…, como
antes (‘En el año 1999, me atropelló un turismo y quedé tendido en la calzada;
pero de inmediato, me atendió un peatón…’. Pero eso, claro, era antes. Ahora,
el ciudadano o la ciudadana de turno dirá: ‘en el año 1999, me atropella un
turismo y quedo tendido en la calzada; pero, de inmediato me atiende un peatón…’)
¡Es la moda señoras y señores! Y es una pena porque, entre otras cosas, vamos
empobreciendo la riquísima, variada y preciosa Lengua Española. Como ocurre,
sin ir más lejos, con los famosos mensajes SMS entre ‘móviles’, o con los ‘wahts-app’s’ que por abreviar, por
hacerlo todo más rápido, los o las usuarias destrozan literalmente el castellano.
En las cada vez más frecuentes tertulias de las cadenas de televisión, en las
que se puede intervenir enviando mensajes SMS o e-mail’s, se sonroja uno al ver
en la pantalla auténticas barbaridades: ‘Me izieron una voina en Vitoria’, o ‘a
aqueyos axesinos, deberían aorcarlos’, p.e. ¿Qué les parece?
Igualmente se puso de moda hace unos
veranos, el ir cogidos de la mano. Y así podíamos ver, paseando por la playa, a
matrimonios que se llevaban fatal y que apenas se dirigían la palabra en su
casa –conocíamos casos concretos-, ir amorosamente cogiditos de la mano. Y es
que, ¡era la moda! (Y que conste, que es precioso y encantador –o a mí así me
lo parece-, el que dos personas que se quieren, hombre y mujer, o ‘pareja’, sean
novios o casados, vayan cogidos de la mano ¡Naturalmente que sí!).
Y ya más reciente, es el acuerdo -¿en base
a qué?..., ¿o es tal vez casualidad?- al
que se ha llegado internacionalmente, de añadir a un palacio de deportes, a un
coliseo o a un campo de fútbol, la palabra ‘arena’. Y así, se habla del
Copenhagen Arena, del Moscú Arena, del Madrid Arena, del Manchester Arena, del
Doha Arena, del Massachuset Arena, etc. En verdad, algo ¡muy muy original!
¡Arena por doquier! ¿Será por parecernos a los árabes en eso de la cantidad de arena?
Hace bien poco, se ha celebrado en las Islas Canarias, la Copa del Rey de
Baloncesto –por cierto: ganada brillantemente por el Real Madrid-; y ¿dónde dirán
Vds. que se ha jugado la final?..., ¡en el ‘Gran Canaria Arena’ Eso: ¡que no
falte arena! Y más: el 24 de Feb. de 2015, el Atlético de Madrid jugó –y
perdió, por cierto- contra el Bayern Leverkusen (equipo de futbol de esa
industrial ciudad alemana), y jugó en el estadio denominado…, ¡‘Bay Arena’! (En
la 1ª fotografía).
Y si nos fijamos en el lenguaje de los
políticos o de los economistas o banqueros, ya la cosa ¡es de risa! Y así, se
habla de ‘la desaceleración de la economía’, o del ‘crecimiento negativo’, etc. Pero, vamos
a ver: ¿desde cuándo un niño ha ido creciendo y, sin embargo, cada vez es más
bajito (que equivaldría a ese ‘crecimiento negativo’)?... Y hay además
vocablos, ¡que encantan a la gente!, y que si no ‘van’ entre las palabras o
frases de un discurso, de un coloquio, de un artículo en la prensa, etc.,
parece que ‘ningunean’ o minimizan a esa persona, que le quitan prestigio o
categoría. Creo que fue el Presidente Zapatero –si, el de la ‘Alianza de
civilizaciones’ (por cierto, ¿en qué quedó aquello, aquella iniciativa con
Tayyip Erdogan, Presidente de Turquía?...), el que puso de moda la palabra
‘sostenible’; y a día de hoy, la ‘sostenibilidad’ y la ‘competitividad’, ya
digo, no pueden faltar –aunque no vengan casi a cuento- en una conversación o
discurso importante y serio, de alguien… también importante. Suenan bien, eso
sí.
También,
hay que constatar esa manera de ‘dejar caer’ los acentos –o la acentuación de
las palabras-, y asi mismo las comas, allá donde buenamente ‘caigan’. Y así, hemos
escuchado, p.e., en los telediarios de diversas cadenas, decir ‘decáda’, o
‘celíbes’, o ‘Alcórcon’, etc. Y luego, cualquier pequeña pausa, cualquier
pequeña inflexión en la manera de hablar de, p.e., una locutora de cualquier cadena
televisiva, es copiada de inmediato no solo por los demás o por las demás
presentadores/as o locutores/as de esa cadena, sino ¡por todos los locutores o
presentadores/as de todas las cadenas! Y es exactamente igual escuchar a un
locutor o corresponsal que nos transmita una crónica desde Soria, a otro que
hable desde Moscú, o a otro que hable desde Pekin o… ¡desde el Polo Norte!
Todos han sufrido esa ‘enfermedad’ del mimetismo, y ¡hablan exactamente igual!:
con la misma cadencia, acentuando todo a su antojo –a veces, ¡casi ni se les
entiende lo que dicen! (si, aunque estén hablando en castellano)-, con las
mismas inflexiones de voz… ¡Oh, el mimetismo humano! Por cierto que, hace unos
meses, en un conocido supermercado de Cartagena, estando ya en la caja a punto
de pagar lo que había comprado, sonó una frase por los altavoces con esa
especial cadencia que digo; le pregunté a la Srta. el por qué de hablar así y
me contestó que…, es que ¡les obligaban en ese supermercado a hablar de esa
manera!
Y si
hablamos de las transmisiones deportivas y de las frases de los locutores… En
fútbol: ‘el banda’ (en lugar del linier o del juez de línea); ‘ensanchando el
campo’ (cuando cargan el juego a los extremos); ‘ha centrado al palo corto’ (en
lugar de decir al poste más cercano, ya que los dos ‘palos’ de la portería son
exactamente igual de dimensiones, claro); ‘ha hecho una necesaria falta
táctica’ (pero, ¿desde cuándo son necesarias y se miran con benevolencia las
faltas, el dar una patada a otro jugador para desequilíbralo e interrumpir su internada?);
o ‘están jugando a tope, con mucha profesionalidad’ (¡caramba, es que para eso
les pagan! ¡y muy bien, por cierto), etc. Y todos los comentaristas, emplean
los mismos términos, esos sí.
En fin
que, si hay personas que se sienten felices pareciéndose a ‘clones’ o imitando
a otras, pues ¡adelante! ¡fantástico! Cada cual, que haga lo que le parezca
oportuno, ¡por supuesto!
Y
estas líneas, estos comentarios, que conste, no han pretendido -¡de ninguna
manera!- ser una crítica; sino, tan solo, han pretendido constatar unos curiosos
hechos, unas observaciones. Con las cuales, espero y deseo, no haber molestado
a nadie. Pero, si así hubiese sido, créanme que lo lamento de verdad; y muy
sinceramente ¡pido disculpas!
Rafael Ild. Pérez-Cuadrado de Guzmán
No hay comentarios:
Publicar un comentario