martes, 1 de mayo de 2012

Del cero al infinito. Un suspiro cósmico.  /  

   Hace la friolera de entre 1’8 millones de años a 300.000 años –es decir, en el Pleistoceno inferior y medio-, según estimaciones de los antropólogos, el homínido, que caminaba a cuatro patas, consiguió ponerse erguido y comenzó a andar sobre solo dos patas: había nacido el ‘homo erectus’, un paso decisivo en la evolución hacia la especie humana. Y, aunque sigue siendo una gran incógnita, y los estudios genetistas y antropológicos piensan que un lenguaje muy rudimentario existió entre la especie ‘homo’ muchos miles de años antes y que desde entonces se ha ido perfeccionando, se calcula que entre 85.000 y 35.000 años, es cuando el lenguaje o comunicación hablada en la especie ‘homo’ –estaríamos ya, quizás, en el ‘homo antecesor’ de Atapuerca (Burgos-), alcanza un desarrollo notable. Estos datos –minimamente expuestos- contribuirían quizás a comprender el engranaje y la complicadísima estructura de lo que se ha dado en llamar ‘el genoma humano’.


   En el año 1961, y siendo Nikita Krutschev el primer mandatario de la hoy extinta URSS, el cosmonauta de esta nacionalidad Yuri Gagarin (en la imagen de la derecha), nacido en 1934 y con el grado de Teniente de las Fuerzas
aéreas rusas, es lanzado desde el cosmódromo de Baikonur (situado en la actual Kazajstán) en la cápsula espacial ‘Vostok I’, de apenas 2 metros de diámetro y que entró en órbita a 28.000 Kms/hora, alcanzando en su exterior los 1.000 grados de temperatura, circunvala por vez primera el planeta Tierra a unos 120-380 kilómetros de la superfície terrestre, convirtiéndose así en el primer hombre que alcanzaba el espacio exterior (Aunque, el primer ser vivo lanzado al espacio, fue Laika, una perra lanzada en Nov. de 1957, en una cápsula rusa ‘Sputnik-2’). Gagarin -de nombre-clave en esta operación ‘cedro’-, sobrevolando el océano Atlántico y extasiado ante semejante maravilloso espectáculo, exclamó: ‘Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos’. Y en Julio de 1969, y cumpliendo el objetivo que marcara el malogrado Presidente de los EE.UU. John Fitgerald Kennedy en 1961, desde el cosmódromo de Cabo Kennedy (antes ‘Cabo Cañaveral’, en el Estado de Florida, EE.UU), e impulsado por un cohete ‘Saturno V’, se lanza al espacio la nave ‘Géminis 8’; y, después de una estudiada y meticulosa aproximación, posándose en la superficie lunar el módulo ‘Apolo 11’ o ‘Eagle’, el cosmonauta de EE.UU. Neil Armstrong (imagen de la izquierda), nacido en 1930 (en Wapaconeta, Estado de Ohio), y con el grado de Comandante de la Fuerza Aérea estadounidense, pisa, el 1º en la historia, en la zona llamada ‘Mare Tranquilitatis’, nuestro romántico satélite. Y dice ¡en directo!, pudiéndose escuchar su voz en la radio y en las televisiones de todo el mundo –las ciencias avanzan que ¡es una barbaridad!-, aquella famosa frase: ‘Es un paso pequeño para el hombre, pero un brinco gigantesco para la Humanidad’.

   Todo este lapsus, entre el ‘homo erectus’ hasta las célebres pisadas de Armstrong en la Luna, considerado en un concepto cósmico, es algo realmente insignificante en el tiempo; apenas, como el breve resplandor de un relámpago, apenas como un ligero suspiro…

   En 1998, sitúan en órbita, a unos 370 kilómetros de la Tierra, es decir en plena ionosfera (zona en la que, por cierto, se producen en las regiones de los Polos las llamativas y maravillosas ‘auroras boreales’; recordemos que nosotros vivimos en la llamada troposfera, una estrecha franja de la atmósfera de tan solo 14 kms. de ‘grosor’), la ‘IEE’ o ’Estación Espacial Internacional’ (o ‘ISS’, en inglés ‘International Station Spacial’), diseñada y construida gracias a la colaboración de varias naciones –EE.UU., Rusia, Japón, etc.-, controlada desde la Tierra y muy pronto habitada permanentemente, en turnos de varios meses, por cosmonautas de diversos países. Esta nave –actualmente al 40% y que estará operativa al 100% en 2012- circunvala la Tierra cada 92 minutos, habiendo dado ya a finales de 2009 alrededor de 69.000 vueltas al planeta. En ella, en sus complejos y tecnológicamente avanzadísimos laboratorios, se investigan experiencias relacionadas con p.e.: estudios sobre cristalización de las proteínas; pasando por los efectos sobre la polución del aire y el agua; posibles alteraciones sobre el ser humano –pérdidas de peso muscular y ósea, desórdenes del equilibrio celular y alteraciones en los tejidos, etc.- al estar sometido este durante largos períodos de tiempo a gravedades mínimas; estudios de tipo biomédico para investigar la posible repercusión de la radiación cósmica en las mutaciones genéticas; estudios sobre nanomateriales (especialmente, nanocompuestos de teflón tratados con alúmina, y nanocompuestos de polímeros conductivos); comportamiento ambiental de la Tierra; deshielo en los Polos como consecuencia del cambio climático y del ‘calentamiento global’; posibles mutaciones en microorganismos expuestos a las ya citadas mini-presiones, etc. Estudios y conocimientos, todos ellos, que deberán repercutir en su día, en una mejor calidad de vida y en una mayor longevidad en la especie humana.

   Y así, en un suspiro cósmico –que es lo que suponen esos 2 millones de años-, hemos pasado del ‘cero’, el homínido a cuatro patas e indiferenciado aún, al ‘infinito’, el hombre super-desarrollado –antiguo ‘homo sapiens’-, dominador –casi- de las naves espaciales, de la más avanzada tecnología, del tiempo y del espacio exterior ¿Qué nos depararán la ciencia, la tecnología, el hombre, la historia del Universo..., en los próximos 2 millones de años?... Y por cierto, ¿quién estará ‘aquí’ para verlo y para poder contarlo a otros?...

----

   Y para terminar, comentar que en los últimos años, la ‘Estación Espacial’ ha suscitado ciertas controversias, debido fundamentalmente al inicio del llamado ‘turismo espacial’. Tanto es así, que en la actualidad existe un proyecto en fase de estudio, que tiene previsto habilitar un ‘hotel’ en el espacio para turistas que quieran y puedan pagar ese ‘tour’, ese capricho. Se prevé, que el precio mínimo sería de unos 20 millones de dólares estadounidenses por ‘viaje’ y ‘per cápita’. Se habría encontrado así un verdadero filón para poder financiar –en una pequeña parte, eso sí- los abismales gastos de estas misiones.

   Por cierto, y hablando de gastos, se calcula que cuando la ‘Estación Espacial Internacional’ haya acabado su singladura allá en el espacio, habrá costado más de 100.000 millones de dólares USA. Nada, ¡calderilla!

Nota.- Este mini-articulito, había sido ya publicado en este ‘blog’ hace muchos meses, pero en un formato que lo hacía sumamente difícil de leer.

                                         Escrito por Raffaello

                                           Noviembre de 2008


La perra 'Laika', rusa'; el primer ser vivo lanzado al espacio exterior. Falleció a los 8 o 10 días de su regreso a la Tierra.






























No hay comentarios: