El origen de la vida. /
Según las estimaciones de los científicos, el ‘big-bang’ se produjo hace 13.700 millones de años (Ma); y es en el último tercio de este período, es decir, hace 4.570 Ma cuando, desde su formación a partir de la nebulosa protosolar, comienza la historia de la Tierra.
La abiogénesis (palabra de origen griego), se
refiere al estudio del origen de la vida. Se utilizan para ello, diversos métodos como:
análisis radiométricos de rocas
antiguas, meteoritos
y asteroides; así como la genómica comparativa, mediante la cual, se intenta la búsqueda del genoma mínimo. Estiman los científicos, que
la vida comenzó su existencia tras el enfriamiento
del planeta, que siguió al bombardeo intenso tardío, en algún momento del período comprendido entre 4.400 Ma y 2.700 Ma atrás.
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Desde Leucipo (siglo V a. C.), y
posteriormente Demócrito y otros, existió siempre un enorme interés y
curiosidad, por llegar a conocer el origen de la vida. Pero, es en el siglo XX, con el desarrollo de la
física nuclear, cuando de verdad se avanza, y se descubre p.e., que la molécula,
elemental sustento para la existencia de vida, está ‘construida’ por átomos, y que
su estructura se basa en la utilización de dos sencillos elementos: el carbono
–extraordinariamente abundante en el Universo- y el agua.
Pero,
conocido esto, la ciencia sigue debatiendo sobre dos aspectos fundamentales, de
los cuales, hasta ahora, nadie ha sido capaz de dar una explicación o respuesta
definitiva: a) ¿qué es la vida? ¿cómo definirla?...; y b) ¿cómo, cuándo, dónde y por qué surgió?... En
definitiva: ¿qué es ‘ese algo’ que
diferencia a los seres vivos de lo inerte?...
Hay tres teorías básicas: 1ª) surgió
espontáneamente de la materia inerte; 2ª) tendría un origen extraplanetario; y
3ª) apareció por una serie de reacciones químicas y de especiales
circunstancias ambientales.
La primera teoría, o del origen biogénico,
nos llevaría a un período comprendido entre
los 4.400 y 2.700 millones de
años desde el nacimiento del planeta Tierra. Y esta teoría, aunque tan simple como carente
de rigor científico, lo cierto es que perduró durante muchos siglos, hasta el
final de la Edad Media ,
época en la que hacía irrupción la teoría de un origen divino. Desde la
antigüedad, tanto en Europa como en Asia, se creyó en la ‘generación
espontánea’; y así, p.e., Aristóteles (384-322 a . C.), llegó a postular
que un ser vivo ‘puede surgir p.e., a partir de la descomposición de la tierra
o del estiércol, activadas por el calor del Sol’. Se hacía también imprescindible
una fuerza vital, a la que nombró entelequia; esta
fuerza, insuflaba el ‘pneuma’ o alma a la materia inerte, animándola. Pero, varios
investigadores, con sólidos argumentos, iban a desmontar esta teoría: Redi
(1632-1665), con sus experimentos sobre larvas de mosca; el biólogo holandés
Van Leeuwenhock (1632-1723), que descubrió asombrado lo que llamó ‘animáculos
vivos’ (que no eran sino, lo que hoy conocemos como levaduras, infusorios,
bacterias, etc.); y más tarde, cuando otros investigadores, como el biólogo galés
Needham (1713-1781) o el abad, humanista y científico italiano Lázzaro Spallanzani
(1729-1799) - llamado ‘el biólogo de biólogos’-, combatieron
esa idea, abogando en que ‘en la Naturaleza estarían
siempre presentes unos ‘gérmenes de vida’, capaces de unirse para producir
microbios’, y por ende, vida
El biólogo y naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882), estudiando la
fauna en Cabo Verde y en las Islas Galápagos, enunciaba su muy conocida ’teoría de la ‘evolución de las especies’; llegando a pensar, que
‘todos los seres, podrían descender de una única forma primordial; tal vez, una
bacteria primitiva básica’. Sin embargo, los evolucionistas
de los siglos XVIII y XIX - entre ellos Darwin-, ante los avances científicos
en el campo de la química, se muestran partidarios de la generación espontanea,
creyendo que la vida surgía de las propiedades de la materia (El concepto había
variado sustancialmente de lo expuesto por Aristóteles, ya que éste invocaba
una
causa extraña a la naturaleza). Comienza a popularizarse por ello la idea
de la eternidad de la vida, sostenida entre otros por el químico William
Thierry Preyer.
Y fue en 1860, cuando el francés Louis Pasteur (1822-1895), mediante unos
célebres experimentos y trabajos - que le valieron el renombrado ‘Premio de la Academia ’, de París, en
1862-, demuestra la imposibilidad de
la generación espontánea para cualquier organismo viviente, incluyendo los
microorganismos. Y con ello acababa definitivamente con la teoría de la ‘generación
espontánea’, dando así carpetazo a muchos siglos de confusión, de
especulaciones y de erróneas creencias.
Escrito por Raffaello, el 14. Abr.2009
Revisado y mejorado, el J07.Nov.2013
Y a
partir de 1865 y atraídos por esta ‘teoría darwiniana’, y sobre todo por los
trabajos de Richter, que creía que la
vida estaría presente en todo el
Universo bajo la forma de lo que llamó ‘cosmozoarios’ (microorganismos o
‘animales del cosmos’), comenzó a especularse
con la idea de que la
Tierra , podría
haber sido ‘fecundada’ por algunas de estas partículas
extraplanetarias o extraterrestres liberadas
por los lejanísimos cuerpos celestes y que, vehiculadas
tal vez por meteoritos o asteroides, habrían llegado en su ‘siembra cósmica’,
entre otros, al planeta Tierra. Esta teoría, suscitó un enorme interés entre
los científicos; y el Nobel sueco Arrhenius (1859-1927), dándole mas forma a la
idea de Richter, enunció la ‘teoría de
la ‘panspermia’, según la cual, la vida, sería transportada en el espacio
bajo la forma de esporas o ‘semillas de vida’, ‘impulsadas por la presión de la
radiación de las estrellas’.
Hoy en día, la teoría más
aceptada científicamente, es ‘la teoría
química’, que desarrollaron y propugnaron J.B. Sanderson Haldane (1892-1964), marxista militante y coincidente en el tiempo con el bioquímico soviético
Aleksander Oparín (1894-1980;
foto de la dcha.). Este, en 1924, asume que el
primer ser vivo debió ser heterótrofo, y se hacía necesario que estuvieran
presentes en la tierra los nutrientes necesarios, procedentes o bien del
espacio o bien de algún tipo de síntesis inorgánica natural. Y también ese
mismo año, Haldane sugirió que en los océanos prebióticos de la Tierra, se
podrían haber formado los compuestos orgánicos elementales para la vida gracias
a la ausencia de oxígeno. Esta idea se llamó ‘biopoesis’, es decir, el proceso
por el cual la materia viva surge de moléculas autorreplicantes pero no vivas.
Y posteriormente, Oparin también adoptaría el punto de vista de una atmósfera
original altamente reductora, en parte debido al conocimiento de la composición
atmósfera de Júpiter, y en parte por las observaciones de Vladimir Vernadski de
que el oxígeno procedía de la actividad biológica.
Tanto uno como otro, argumentaban, que no existía diferencia fundamental
entre lo inerte y lo vivo; y que la materia viva, la vida por tanto, ‘sería el fruto de largos procesos químicos que habrían precedido a la evolución
biológica’. Según esto, cuando la
Tierra se formó, hace unos 4.500 millones de años, y era una
inmensa bola incandescente, gases como el vapor de agua, el dióxido de carbono,
el metano, el amoníaco y otros, sometidos a los intensísimos rayos ultravioleta
provenientes del Sol y a las fortísimas y continuadas descargas eléctricas y
tormentas producidas en la propia atmósfera, y también mediante complejas reacciones
químicas entre dichos elementos, en un ambiente caliente (100 °C) y reductor
y con un pH inicial de 5’8, formaron moléculas cada vez más complejas. La Tierra , empezó entonces a
enfriarse; y las torrenciales lluvias que se produjeron, dieron lugar a los
primitivos mares, a los que Oparin bautizó como ‘magma primordial’ o ‘sopa prebiótica’, rica esta en toda suerte de sales fosfóricas y de amonio, luz, calor, electricidad,
etc. Aparecieron
luego los ‘coacervados’ (asociaciones de complejas moléculas), que serian los precursores
de verdaderas y primitivas células, llamadas
también ‘ladrillos biológicos’, moléculas
capaces de ‘replicarse’ o hacer ‘copias’ de sí mismas, siendo entre 1914 y
1917, el precursor de esta teoría Leonard Troland, al proponer que el primer organismo vivo debió de ser una enzima
autorreplicante (lo que constituye el primer precedente teórico del mundo del
ARN).
Estas células, se extendieron por los mares, dando lugar a un proceso que aún hoy
perdura y que llamamos ‘evolución
biológica’, en la que, a partir de primitivos seres vivos muy simples o
sencillos, van formándose otros más y más complejos, llegando a conformar lo
que hoy llamamos ‘biodiversidad’. Y
la vida, según los estudios llevados a cabo por Maher y Stephenson, pudo
haberse desarrollado en diferentes ambientes primitivos: si los sistemas
hidrotermales marinos profundos hubiesen propiciado unas condiciones aceptables
para el origen de la vida, esta pudo haber aparecido entre hace 4.000 y 4.200 Ma;
mientras que si hubiera sucedido en la superficie de la Tierra, sólo podría
haber ocurrido hace 3.700 o 4.000 Ma.
Hace
bien poco, en
1980, la hipótesis del mundo de ARN, fue enunciada por Walter Gilbert, de
Harvard, con base en los experimentos de Thomas Cech (Universidad de Colorado)
y Sidney Altman (Yale). Sugiere que las moléculas relativamente cortas de ARN,
se podrían haber formado espontáneamente, de modo que fueran capaces de
catalizar su propia replicación continua.
Decir, por último, que según las
investigaciones en 2002, de William Schopf, de la UCLA , los estromatolitos del período precámbrico,
fósiles originados por cianobacterias y presentes en el ‘Parque Nacional de
los Glaciares’ (EE.UU.), con una antigüedad de 3.500 millones de años, serían las
formas de vida más antiguas conocidas.
Y hasta aquí, esta muy sucinta descripción o
exposición de ideas, hechos, creencias, suposiciones, teorías… Como ven, hay
para todos los gustos. Pero, ¿se está ya en el final de las investigaciones, o…
sigue dudando la ciencia de qué es la
vida, y cómo, dónde, cuándo y por qué surgió por 1ª vez?... La abiogénesis
sigue su curso; y por lo tanto, parece ser que no se sabe aún con certeza qué es ese ‘algo’, ese ‘soplo’ que Implica las
capacidades de nacer, crecer, reproducirse y morir y que nos diferencia
en esencia a los seres vivos de la materia inerte.
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Y por
cierto, habrá que conciliar todo esto con el hecho cierto que conocemos y en el
cual creemos, de que Dios hizo el mundo y todas sus criaturas en tan solo seis
días.
Rafael Ild.
Pérez-Cuadrado de Guzmán
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