jueves, 15 de abril de 2010



/Anestesistas 'robóticos'

     - Anestesistas 'robóticos' –

Sucedió en el año 2024. Como emigran las aves a otros distantes lugares, en busca de alimento y de climas más benignos, así, desde hacía lustros, habían estado emigrando los médicos españoles a otros países, buscando mejores condiciones laborales y sueldos más dignos, mas acordes con su categoría profesional y con su responsabilidad (Recordemos que, muchos años atrás, allá por el año 2009, y sin que nadie hubiese hecho ¡nada! por evitar tal diáspora, cerca de ¡12.000! facultativos españoles, trabajaban ya en Gran Bretaña y en Portugal -sin contar los que así mismo trabajaban en Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, etc.-). Y esta cifra, había ido ‘in crescendo’ año tras año, ¡imparable!. Y los hospitales, ante el creciente número de intervenciones quirúrgicas -debido sobre todo a los ‘liftings’ de las señoras, a las liposucciones o reducciones de grasa de los obesos, a los implantes de prótesis de cadera , al alucinante incremento de los accidentes de tráfico, etc, etc.- y, frente a la tremenda e inquietante penuria de anestesistas, habían optado por ir substituyendo a estos por sofisticados y muy cualificados robots (La tecnología, desde aquellos lejanos comienzos de siglo, ha avanzado espectacularmente).


Funcionaban bien estos robots. Y además, los gerentes ¡se frotaban las manos! ante el ‘negocio’: porque los humanos, tenían un elevado índice de absentismo, hacían huelgas y, además… tenían la fea costumbre de comer y de dormir, y encima … ¡cobraban!; mientras que los anestesistas-robóticos, ¡no tenían ninguna de estas necesidades, exigencias o ‘problemas’!, y solo era necesario, que se les conectara de 12 a 6 de la madrugada a uno de aquellos grandes enchufes (pero, enchufes de electricidad; no… de ‘los otros’) de la sala de máquinas, para así ‘alimentarlos’ con unos cuantos voltios y recargar sus enormes baterías de ión litio y de hidruro de sodio. Por lo demás, solo muy de tarde en tarde, muy de uvas a peras, sufrían algún fallo en el sistema, algún pequeño desperfecto o deterioro: que si un cablecillo; que si un sensor óptico o un relé; tal vez algún nano-transistor o un diodo; o algún diminuto micro-chip… Nada; ¡insignificancias! Aquello, en verdad, ¡era un auténtico ‘chollo’! (Estos robots, además, estaban fabricados en China –como todo entonces-; y eran baratejos, de absoluta garantía y contaban con un buen servicio técnico).

Pero, ocurrió algo… Aquella mañana del 14 de Febrero –día de San Valentín, por cierto-, había ‘trajín gordo’ en el quirófano 9; era una mañana ‘fuerte’ –como se decía entonces-. Se actuaba, para un muy largo, complicadísimo y laborioso trasplante multi-orgánico; y frente a aquella pléyade de cirujanos, de ayudantes, del complejo y numeroso equipo de trasplantes, de especialistas en circulación extracorpórea y otros muchos, de cardioscopios, de bombas de infusión y de máquinas de todo tipo por doquier…, de lámparas, de cables y toda la parafernalia imaginable, etc., y frente a aquella paliducha, muy deteriorada -¡la pobre!- y muy obesa señora –destinataria de los órganos-, el pequeño y agotado anestesista-humano -único en aquellos momentos en el ‘San Cirilo’, el hospital de referencia-, procuraba mantenerse sereno, entero, equilibrado, muy alerta y bien despierto (Recordaba aquella ingeniosa definición de anestesista: ‘una persona medio dormida, que vigila a otra medio despierta’. Y creo preciso significar aquí, que 'Anestesia y Reanimación' es una especialidad poco conocida, pero extraordinariamente exigente y que conlleva una gran tensión y un enorme 'stress', ya que el anestesista tiene en sus manos -y en sus conocimientos, claro- la vida de un ser humano, ¡nada menos!). Pero, la intervención no discurría del todo bien, ni para la paciente ni… para él. Y ocurrió que, ante la enésima y súbita hipotensión y ante la enésima y peligrosísima disrritmia de la paciente, y cuando se llevaban ya 16 horas de quirófano, el ya fatigado y maltrecho corazón del anestesista-humano, sufrió ¡un fulminante infarto!; y el infausto y escuálido muchacho, quedó tendido en el suelo, exánime, patitieso. Y de inmediato, hasta los más recónditos rincones del ‘San Cirilo’, se inundaron con aquella temblorosa voz de la señorita coordinadora, que sonaba por todos los altavoces , y se escuchó la angustiada y apremiante frase, repetida una y mil veces: ‘por favor, por favor…, el anestesista-robot nº 12, acuda inmediatamente al quirófano 9, ¡es muy muy urgente!’

Ignoro qué pasó después. Pero, me aseguran, que el ‘San Cirilo’ –como la inmensa mayoría de los hospitales españoles, más tarde o más temprano-- se quedó desde entonces huérfano de anestesistas-humanos (y presumo que también de otros especialistas). Era de prever, claro; el anestesista, desde hacía muchos años, y sin que nadie se interesase por ello y se decidiese a poner remedio a estas pesimistas ‘predicciones’, era 'la crónica de una muerte anunciada', era algo así como ‘una especie en peligro de extinción’ –ni más ni menos que las águilas reales, los linces ibéricos o los buitres leonados-; y venía ‘cantándose’ esta ‘desaparición’. No fue algo imprevisto, nó; sucedió –repetimos- ante la más absoluta indiferencia, 'pasotismo' y pasividad de unos y de otros.

Pero, en fín, ¡todo sea en favor de la tecnología y del progreso! Y se habla ya de que, dentro de pocos años, nos operarán en la ‘EEI’ (o ‘Estación Espacial Internacional’); porque, parece ser que, en esa ‘distancia orbital’, a esos 400 y pico de kilómetros de distancia de la Tierra y en total ausencia de gravedad, los post-operatorios podrían quedar reducidos a ¡unos minutos! (O sea: menos molestias para el paciente, menos preocupaciones para los ‘operadores’ y… ¡más ingresos –o menos gastos- para los hospitales!). Y es que, ya lo sabemos, ‘¡las ciencias avanzan ¡que es una barbaridad!’
    (En la imagen, el autor de este articulito, con unas enfermeras y enfermero, en un hospital de la Seguridad Social, en Cartagena (España), en 1995).
    Y, para terminar, me voy a permitir una licencia, una broma... ¿Sabían Vds. cuál es la definición de salud?... Pues, 'es una situación sumamente inestable, que ¡no hace presagiar nada bueno!'.




                                                                                        Escrito por Raffaello
                                                              Martes 13.04.2010


2 comentarios:

Anónimo dijo...

No soy ajena a las realidades, pero esta la desconocía...
ya no es triste, es nefasto.
bien es sabido que los extremos nunca son buenos, pero parece que a la hora de "dinero extremo" todo vale...
es una guerra...pero una guerra que irónicamente unos pocos ganan aplastando la cabezas de tantos...
y de hecho parece q somos dos especies distintas, porq es yo me esfuerzo, pero no puedo entender como alguien le puede importar tan poco el prójimo

hoy en día...una estudiante que termina el instituto no es del todo libre de elegir que ser...
porque entras a ver que con carreras humanitarias las salidas laborales son reducidas....que eso no, eso muchacho no vende...eso al capitalismo no le interesa...
entonces como no seas algo que pueda producir o que sea potencialmente útil al sistema capitalista, como no seas algo de eso la tienes jodida...

mas alla de cualquier ideologia que se pueda tener...no lo sé
no se puede estar a favor de un sistema que no funciona, porq hay gente q pasa hambre y parece que si te dan trabajo te hacen un favor...
o bien soy tan ingenua que el sistema funciona perfectamente...
porq desde sus bases estaba planteado que para q funcione tendría q existir gente con hambre y que mas da...

My dijo...

cuántas historias de estas.. terribles todas.. te he oído contar desde que éramos pequeñas.
el mérito del médico está completamente infravalorado.
Sólo unas cuantas especialidades dentro de la medicina están reconocidas.. el resto.. bien sustituídos por robots, bien exprimidos al máximo, son marionetas dentro de una función de teatro.

te quiero papi.
para mi tus manos fueron las de Dios mientras operabas en aquellos quirófanos, para mi, tu constancia y tu paciencia fueron los salvavidas de aquellos pacientes, y, para mi, tu entrega por la medicina, tus principios y tus valores te convierten en una gran persona y un gran médico.

Te adoro.